miércoles, 15 de julio de 2009

Mi Universidad Pedagógica Félix Varela.

Hace ya muchos años, cuantía que es mejor no recordar, me gradué como Licenciado en Educación Primaria en esta Universidad Pedagógica. No sospechaba entonces que iba a concluir mi vida laboral como profesor de la misma, a la que me incorporé como tal hace casi 20 años.

En honor a la más absoluta verdad ha sido aquí donde más útil me he sentido como educador y donde más creo haber aportado de manera sistemática . Ello ha sido posible gracias Jefes muy capaces como Mercedes Piñón, Dr. Ramiro Ramírez y la actual Rectora Dra. Norys Cárdenas Martínez. A fuerza de ser sincero tengo que consignar que sólo he tenido un jefe incapaz, muy incapaz, que por lo tanto no es menester mencionar.

Hoy he asistido al Acto con que se conmemoró el 45 Aniversario de esta Institución creada por la Revolución Cubana en 1964 en virtud de una Resolución de Armando Hart Dávalos entonces Ministro del sector. De ese acto son las imágenes.

En mi condición de Historiador de esta Universidad recibí copias fieles de los originales de las Resoluciones Ministeriales que crearon primero los Institutos Pedagógicos de Las Villas, Oriente y La Habana y en 1976 los Institutos Superiores Pedagógicos en que se convertían los tres antes mencionados y se creaban otros en distintas provincias, pero que no estaban firmadas por los correspondientes Titulares de Educación. Me tracé la meta de que lo firmaran tanto Armando Hart como José R. Fernández.

La meta no era sencilla pues se trataba de dos altos dirigentes de la Revolución Cubana radicados en la Ciudad de La Habana y con un enorme cúmulo de trabajo…meta al fin.

Para el 29 de abril de 2004 se anunció una Olimpiada Gigante de Ajedrez en nuestra Plaza Ernesto Guevara que contaría con la presencia del gran ajedrecista Anatoliv Karpov. Inferí que José Ramón Fernández estaría presente en su Condición de alto Dirigente Deportivo entre otras responsabilidades y me apresté a un ataque arriesgado.

Violando conscientemente normas pre establecidas en un momento oportuno, me acerqué a quien es para los revolucionarios cubanos sencillamente el Gallego Fernández y le expliqué mi interés histórico. Aceptó gustoso. El mismo localizó una silla desocupada y ya sentado firmó, yo le pedí que añadiera la fecha e hice un comentario irónico que no viene al caso reproducir y que él no contestó.

Luego de firmar la antigua hoja de papel cebolla, me dijo:
-Está maltrecha.
-Pero está, Ministro, le respondí y él agregó.
-Déjame leerla.
Yo quedé en un silencio respetuoso e invadido por la emoción y el sentimiento de culpa de haber violado las normas de seguridad.
Al concluir la lectura le dije que le enviaría una copia a sus oficinas y aproveché para invitarlo a la Conferencia Internacional La Formación del Hombre Nuevo en la Ciudad del Che cuya Comisión Organizadora yo presidía. La idea la aceptó. Fui feliz.

Poco antes de la Conferencia Internacional entró una llamada telefónica al Rectorado procedente de las oficinas de Fernández. Fui de inmediato, ya al habla con Fernández me expresó la imposibilidad de asistir a la Conferencia, le comenté que debía estar agotadísimo, pues había seguido por la prensa el intenso trabajo que acababa de desarrollar en España a lo que me contestó:
-No, lo que estoy es trabajosisímo.
No recuerdo el resto del diálogo. Lo dicho muestra la grandeza de uno de nuestros Vice-Presidentes. Un hombre cargado de trabajo que dedica unos minutos a dialogar con un humilde profesor provinciano, por demás, tiene que ser necesariamente un hombre grande entre los grandes. Fernández lo es, lo sabemos los educadores cubanos, Cuba…y los mercenarios que vinieron por Bahía de Cochinos

Se que su grado militar es el de General, sin embargo, para mi sigue siendo el Comandante Fernández porque es el grado más significativo para los cubanos. El es de Los Puros, pero de los puros de veras. Sobrepasa con creces los 80 y ha vuelto a atender Educación. Cuando supe que atendería educación por indicación del Presidente del Consejo cubano recordé el comentario que le hice el día de la Olimpiada y comprendí que volvíamos a la senda de la que nunca debimos salir.

La firma de Armando Hart Dávalos la logré a través del Martiano mayor de Villaclara, el Dr. Ordenel Heredia que en una reunión en La Habana solicitó la firma del documento para el Museo del Instituto.

Ya somos casi 40 mil los graduados de esta Institución con rica trayectoria nacional e internacional, habrá muchos graduados más, se dará solución a la formación de personal docente, los maestros ocuparemos el legítimo lugar que nos corresponde en la sociedad cubana y sucederá, como sucedió siempre, cuando alguien veía pasar a un educador dirán con respeto:
-Ahí va el Maestro.

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