En mi larga vida profesional he tenido el sublime placer de conocer y tratar a relevantes personalidades, nunca me he conformado con leer acerca de…he tratado de conocer los protagonistas. Es por eso que en el lejano 1983 conocí a Naborí (así lo tratábamos) una de las personas más nobles, sencillas y grandes que he tratado. Él falleció hace varios años. Yo lo recuerdo con agrado junto a su novia eterna: Eloina.
A fines de marzo de 1984 visitó mi humilde casa en el Batey del central George Washington, se reunió con todos los alumnos de la escuela que yo dirigía (hasta que me separaron (botaron) del cargo injustamente), con los maestros y la comunidad.
Pronunció una hermosa conferencia sobre la cultura, fue lo que le pedí, que conservo grabada e inédita. Luego algunos participantes leímos parte de su obra. Yo leí la Marcha Triunfal del Ejército Rebelde tal y como la había copiado de la revista Bohemia en la Edición de la Libertad. Al final el Poeta dijo que faltaba un hermoso poema en esa fecha: Elegía de los zapaticos blancos. Entonces, en medio de una emoción sin precedente, Naborí declamó ese monumento poético contra la guerra.
Al siguiente día, en mi casa, me explicó que él había compuesto La Marcha…entre el 1 y 9 de enero de 1959 , que luego le había hecho algunos cambios, y me pidió la que yo había leído mecanografiada y con la delicadeza que lo caracterizaba le hizo las correcciones, de lo cual muestro copia fotostática. Le pedí la autografiara y escribió lo que se puede observar. Naborí era la Poesía personificada.
Visité a Naborí-Eloína varias veces y los atendí en Santa Clara, alguna vez a Eloína hubo que hospitalizarla en esta ciudad el poeta, ya sin luz, siguió sus actividades. Visité a Eloína y me pidió no avisara a su familia. No era nada trascendente.
Naborí era un comunista convencido. Después de asesinado Jesús Menéndez, el 22 de enero de 1948, el poeta fue contratado, junto a otro, para cantarle al Presidente y cercanos colaboradores, en La Cabaña. Naborí aceptó. Pero en medio de su improvisación hizo una enérgica denuncia a los asesinos de Menéndez. Uno de los colaboradores del Presidente le dijo a Naborí que no cantara sobre ese tema que él no conocía bien. Le pagaron y fue invitado a abandonar el lugar.
De él se dice que era un insólito despistado. Vivía en una casa humilde y él no aceptaba otra en la capital. Eloína y algunas personas relevantes se confabularon. El poeta viajó a provincia y se produjo la mudada. Luego del poeta residir en su nueva casa, se dice que volvió a la anterior y ya allí preguntó donde estaba Eloína. Eloína me contó que lo acompañó en una ocasión a una actividad en Matanzas y al concluir la misma todos se fueron. Naborí olvidó a su eterna novia y debieron regresar por ella.
Naborí y Eloína perdieron a uno de sus hijos muy niño, Noel. Nunca le hablé a ninguno de los dos de ese hecho; me conformé con saber de ese suceso por Elegías a Noel escritas en 1955, tres meses después de la muerte del niño. De esas elegías me conmociona siempre la Elegía al cuchillo que expresa en una de sus partes: hace tres meses justamente/que para siempre te me has ido./ Esta mañana, sin embargo,/ sobre la mesa vi un cuchillo/ y me saltó un temor:/ que pudieran herirse tus manitas de lirio./ Cuando fueron mis manos/ a cambiarlo de sitio/ comprendí lo terrible….
A Naborí le debo muchas cosas, por ejemplo, que me presentara a grandes como son José Zacarías Tallet, Nicolás Guillén, Ángel Augier y otros cuya amistad cultivé y conservo autografiados libros suyos, pero sobre todo el privilegio de contar con su afecto y el de Eloina. En su casa, sin embargo, pasé un momento desagradable. Llegué con mi hijo menor Yosvany y mi madre (de muy fuerte carácter) enseguida Eloina me preguntó que deseaba tomar y el Poeta le dijo que de seguro lo que deseaba era café…pues Arístides dice que tú haces el mejor café de La Habana. Nos trajo café a los dos y al niño dulces. La vieja tomó su café en silencio, expectante, y dijo retadora:
-Sí, pero este no es el de la bodega.
No recuerdo la reacción de los ilustres anfitriones. En cuanto a mi vieja yo la hubiera amordazado. Por lo menos. Era en realidad el mejor café que yo tomaba en La Habana.
Este año 2012 nuestro Poeta Nacional Campesino llegaría a su 90 aniversario el 30 de octubre, pues nació en esa fecha de 1922, en humildísimo hogar campesino. Naborí merece una buena biografía, que tendrá que incluir a Eloína no sólo como esposa. Me he extendido pero deseo compartir una anécdota.
Siendo muy niño Jesusito pasó delante de una casa en donde había una bicicletica, la tomó y llevó para su casa como una joya infantil. El padre le preguntó. Montó a caballo puso delante el pequeño juguete y al niño detrás, al anca del caballo. Llegaron al lugar de los hechos y el padre exigió al niño devolverla y explicar lo sucedió. Le pegó en sus manecitas. Arístides, aun hoy cuando veo un bolígrafo al ir a cogerlo he sentido el dolor en las manos, me dijo un día.
A esos padres, de poca cultura y muchísima ética los necesita el mundo de hoy. También necesitamos muchos hombres como mi amigo el Indio Naborí. Y como Eloína, la musa del poeta, la lealtad personificada, la que hacía su guardia cederista junto a Celia Sánchez Manduley, su vecina y amiga.
A fines de marzo de 1984 visitó mi humilde casa en el Batey del central George Washington, se reunió con todos los alumnos de la escuela que yo dirigía (hasta que me separaron (botaron) del cargo injustamente), con los maestros y la comunidad.
Pronunció una hermosa conferencia sobre la cultura, fue lo que le pedí, que conservo grabada e inédita. Luego algunos participantes leímos parte de su obra. Yo leí la Marcha Triunfal del Ejército Rebelde tal y como la había copiado de la revista Bohemia en la Edición de la Libertad. Al final el Poeta dijo que faltaba un hermoso poema en esa fecha: Elegía de los zapaticos blancos. Entonces, en medio de una emoción sin precedente, Naborí declamó ese monumento poético contra la guerra.
Al siguiente día, en mi casa, me explicó que él había compuesto La Marcha…entre el 1 y 9 de enero de 1959 , que luego le había hecho algunos cambios, y me pidió la que yo había leído mecanografiada y con la delicadeza que lo caracterizaba le hizo las correcciones, de lo cual muestro copia fotostática. Le pedí la autografiara y escribió lo que se puede observar. Naborí era la Poesía personificada.
Visité a Naborí-Eloína varias veces y los atendí en Santa Clara, alguna vez a Eloína hubo que hospitalizarla en esta ciudad el poeta, ya sin luz, siguió sus actividades. Visité a Eloína y me pidió no avisara a su familia. No era nada trascendente.
Naborí era un comunista convencido. Después de asesinado Jesús Menéndez, el 22 de enero de 1948, el poeta fue contratado, junto a otro, para cantarle al Presidente y cercanos colaboradores, en La Cabaña. Naborí aceptó. Pero en medio de su improvisación hizo una enérgica denuncia a los asesinos de Menéndez. Uno de los colaboradores del Presidente le dijo a Naborí que no cantara sobre ese tema que él no conocía bien. Le pagaron y fue invitado a abandonar el lugar.
De él se dice que era un insólito despistado. Vivía en una casa humilde y él no aceptaba otra en la capital. Eloína y algunas personas relevantes se confabularon. El poeta viajó a provincia y se produjo la mudada. Luego del poeta residir en su nueva casa, se dice que volvió a la anterior y ya allí preguntó donde estaba Eloína. Eloína me contó que lo acompañó en una ocasión a una actividad en Matanzas y al concluir la misma todos se fueron. Naborí olvidó a su eterna novia y debieron regresar por ella.
Naborí y Eloína perdieron a uno de sus hijos muy niño, Noel. Nunca le hablé a ninguno de los dos de ese hecho; me conformé con saber de ese suceso por Elegías a Noel escritas en 1955, tres meses después de la muerte del niño. De esas elegías me conmociona siempre la Elegía al cuchillo que expresa en una de sus partes: hace tres meses justamente/que para siempre te me has ido./ Esta mañana, sin embargo,/ sobre la mesa vi un cuchillo/ y me saltó un temor:/ que pudieran herirse tus manitas de lirio./ Cuando fueron mis manos/ a cambiarlo de sitio/ comprendí lo terrible….
A Naborí le debo muchas cosas, por ejemplo, que me presentara a grandes como son José Zacarías Tallet, Nicolás Guillén, Ángel Augier y otros cuya amistad cultivé y conservo autografiados libros suyos, pero sobre todo el privilegio de contar con su afecto y el de Eloina. En su casa, sin embargo, pasé un momento desagradable. Llegué con mi hijo menor Yosvany y mi madre (de muy fuerte carácter) enseguida Eloina me preguntó que deseaba tomar y el Poeta le dijo que de seguro lo que deseaba era café…pues Arístides dice que tú haces el mejor café de La Habana. Nos trajo café a los dos y al niño dulces. La vieja tomó su café en silencio, expectante, y dijo retadora:
-Sí, pero este no es el de la bodega.
No recuerdo la reacción de los ilustres anfitriones. En cuanto a mi vieja yo la hubiera amordazado. Por lo menos. Era en realidad el mejor café que yo tomaba en La Habana.
Este año 2012 nuestro Poeta Nacional Campesino llegaría a su 90 aniversario el 30 de octubre, pues nació en esa fecha de 1922, en humildísimo hogar campesino. Naborí merece una buena biografía, que tendrá que incluir a Eloína no sólo como esposa. Me he extendido pero deseo compartir una anécdota.
Siendo muy niño Jesusito pasó delante de una casa en donde había una bicicletica, la tomó y llevó para su casa como una joya infantil. El padre le preguntó. Montó a caballo puso delante el pequeño juguete y al niño detrás, al anca del caballo. Llegaron al lugar de los hechos y el padre exigió al niño devolverla y explicar lo sucedió. Le pegó en sus manecitas. Arístides, aun hoy cuando veo un bolígrafo al ir a cogerlo he sentido el dolor en las manos, me dijo un día.
A esos padres, de poca cultura y muchísima ética los necesita el mundo de hoy. También necesitamos muchos hombres como mi amigo el Indio Naborí. Y como Eloína, la musa del poeta, la lealtad personificada, la que hacía su guardia cederista junto a Celia Sánchez Manduley, su vecina y amiga.
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