martes, 1 de febrero de 2011

Hermandad guevariana


¡Que fantásticos días los que estuve en Argentina! Quisiera tener la capacidad de García Márquez para expresar con exactitud la dimensión de las alegrías recibidas en la patria chica del Che, y de muchas personas entrañables.
En mis días argentinos apenas tuve tiempo de dormir. Ni de sentir nostalgia por quienes me esperaban en Cuba; fueron mucha las atenciones de mis hermanos y hermanas de ese país.
Un buen día me encontré con Ciro Roberto Bustos, uno de mis objetivos priorizados como decimos en Cuba, y usando una cámara fotográfica digital, obsequio de Aníbal Lagiglia, grabé una conversación de más de media hora en que Ciro me expresó cosas muy interesantes, del Che, Cuba, su participación en la guerrilla. Ciro Bustos sólo dice cosas interesantes. En algún momento de ese día, posterior al almuerzo y a la grabación se me esfumó la cámara. Fue un dolor inmenso por muchísimas y comprensibles razones.
El dolor duró sólo unas horas pues Esteban Gómez me obsequió otra cámara de similares características. En honor a la verdad yo no esperaba ese gesto de alto costo económico en tiempos de crisis. Pero Esteban quiso reducir mi dolor y me obsequió la cámara con la que pude grabar a Andrés Zerneri, el Artista de la Plástica que nos acompañaba y hacerle fotos a él y los demás compañeros. Eso es solidaridad humana y desinterés, deseo de llevar alegría a un amigo en momentos ingratos. Alguna vez reciprocaré el gesto, seguro tendré forma de hacerlo.
Durante un asado en la casa del hermano Aníbal Lagiglia sostuve una larga conversación con un amigo muy cercano de Aníbal y la esposa de aquel. Hubo una corriente de simpatía recíproca, de seguro derivada de ideas políticas, amigos y aspiraciones comunes. Claro que Cuba y el Che tuvieron mucho que ver en el entendimiento fraterno y duradero.
Monzón quiso obsequiarme algo y extrajo de su billetera una pequeña estampilla que él conservaba hacía mucho tiempo que era, además, la única que le quedaba. La misma muestra la imagen de Perón y su esposa Eva. Evita para simpatizantes y amigos. El matrimonio presidencial colocaba la misma en sus presentes con estas palabras: Obsequio a nuestros queridos descamisados. Hay objetos personales de gran valor material, un diamante por ejemplo, pero carecen de valor espiritual, sentimental, humano lo que no puede ser contabilizado en dólares ni euros. Ese es el caso de esta estampilla que me acompañará siempre como recuerdo de un gesto hermosísimo de un amigo. La cámara además de su utilidad me recordará siempre un gesto ipresionante.
Es muy difícil que pueda volver a mi Buenos Aires querido donde tengo tantos afectos, pero ellos vendrán por estos lares alguna vez; y el Negro Monzón y Esteban Gómez encontrarán en mí y en los míos el mismo calor humano, desinterés, fraternidad, familiaridad, que ellos me prodigaron a mí casi sin conocerme. Quizás no pueda hacerles obsequios pero estoy en ventaja con relación a ellos en ese sentido. Ya los conozco bien por lo que al darles la bienvenida podré decirles ¡gracias hermanos!

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