Desde hace mucho tiempo Aníbal Lagiglia me había prometido una visita. Compromisos impostergables y desafortunadas pérdidas familiares fueron postergándola hasta que se realizó, finalmente, esta semana. Hubo algo que no esperaba: el acompañante de Aníbal. Ambos son dos polos opuestos. Aníbal pretende hacerse el serio, sin lograrlo; Diego no pudiera hacerse pasar por serio fuera del ámbito en que profesionalmente se desempeña con notable éxito. Aníbal parece, desde el punto de vista físico, cubano; Diego, por su carácter espléndidamente jocoso, parece cubano.
En La Habana los presenté a una taxista experimentada como cubanos y ella muy segura de si misma me dijo refiriéndose a Aníbal: aquel si es cubano, pero este no, aclaró señalando a Diego. Los dos son tan argentinos como Maradona. Para mí, sin embargo, no hay divisiones y las que hay se deben a errores de nuestros antepasados que nos parcelaron en diversos países que a veces nos hemos ido a las armas.
Aníbal es un excelente Pibe pero… un discutible conductor pues su velocidad promedio (140 -150 km por hora) me trasladó de la Ciudad del Che a la capital cubana en el más breve tiempo posible. Puede competir con un émulo de Fangio. Diego y Aníbal lograron disipar, un tanto, mis preocupaciones domésticas hablando de los más diversos temas que iban de Jurisprudencia a Informática pasando por los más disímiles aspectos que preocupan al hombre de hoy.
Diego es un intelectual de muy sólida preparación, lo que se evidencia con sólo hablar con él unos minutos, ignoro si pudo conservar en su equipaje la cantidad de libros que compró. Aníbal, de similar edad, es más parco, pero igualmente culto. En los dos Pibes hay muchas cosas en común pero a mí lo que más me impresionó fue el amor de los dos por sus respectivas familias, de las cuales traían fotos que me dejaron, luego de explicarme detalles de los chicos y las chicas. Hablaron de sus descendientes y sus esposas, Gabriela y María Fernanda, con vehemencia y nostalgia.
Disfruté las entrevistas que tuvieron en La Habana con colaboradores cercanos del Che, sobre todo con Edison Velázquez y Juan Alberto Castellanos. El primero, alto funcionario bajo las órdenes del argentino, y Castellanos, su colaborador desde que era casi un niño y el segundo hombre seleccionado por el Che para su empeño libertario en su amada Patria. Resultaba un espectáculo oír las anécdotas de esos venerables combatientes, que se acercan a los 80 años, y las risas o la seriedad y el análisis profundo según la circunstancia. Fue con Edison, sin embargo, con quien mas se divirtieron pues este es un narrador excelente y les mostró un argentino excepcional pero despojado de todo endiosamiento.
Castellanos les aclaró detalles sobre la guerrilla de Masetti, su participación en la misma, su inseguridad en haber engañado a sus captores, sus peripecias para regresar a Cuba. Les habló elogiosamente de Ciro Roberto Bustos, el argentino que por estos días está en Buenos Aires festejando sus 77 años. En ambos casos fueron lecciones que Diego y Aníbal atesorarán para narrar a sus nietos, pues no todos los días puede hablarse con un compañero del Che.
Otro momento de excepcional trascendencia en su visita a La Habana fue el encuentro con el expedicionario del Granma, Calixto Morales Hernández, yo observaba en silencio a los dos visitantes, pues prestaban una atención enorme al hombre que fue amigo y compañero del Che, que compartió con él los días terribles de navegación a borde de un yate con capacidad para 15 personas y en el cual viajaban 82. Diego le preguntó algo a Calixto que no recuerdo, pero si recuerdo que Calixto le respondió: "Llegamos a Cuba por un milagro".
Calixto Morales cumplirá 80 años el próximo 14 de agosto y se mantiene muy activo física e intelectualmente, trabajando junto a su esposa Juana, cuyos hermanos, los Martínez Tamayo, cayeron en la gesta boliviana del Che. Calixto les mostró un Che de carne y hueso, no un ser mitológico e inalcanzable, por lo que le quedamos muy agradecidos a él y a su esposa que también colaboró con el gran Comandante.
Los visitantes tuvieron otros encuentros significativos, con Alberto Granado y su familia, Liborio Noval y Luís Monteagudo, un hombre de más de 70 años, negro como todos los cubanos que acompañaron al Che en su gesta africana por razones obvias. Estos visitantes son para mí muy especiales pues vienen a conocer cómo vivimos los cubanos bloqueados hace 40 años, a conocer nuestra historia y sus protagonistas, a hacer amigos a colaborar siempre que les ha sido posible.
Diego Dieguez es un profundo conocedor de la situación en que se encuentran 5 cubanos prisioneros en cárceles de los Estados Unidos de Norteamérica por el único delito de combatir el terrorismo y evitar víctimas inocentes que podían ser, argentinos, cubanos, norteamericanos etc. Es de los que se ha dirigido a la máxima instancia judicial de ese país ilustrando a la misma en torno al disparatado proceso judicial llevado a cabo en la floridana ciudad de Miami en donde la hostilidad de un poderoso grupo anticubano impidió que se efectuara un juicio imparcial, pese a las reiteradas y fundamentadas peticiones de cambio de sede.
Los cubanos aprendimos con el Che a no confiar en los imperialistas…ni tantico así…sin embargo, pensamos que el presidente Obama no suscribirá las colosales arbitrariedades de que han sido víctimas nuestros hermanos, lo cual ha sido reconocido por notables Juristas. El dominio de este tema por parte de Diego y de Aníbal me dio alguna esperanza en el éxito de la reclamación que hemos hecho ante la Corte Suprema de Estados Unidos pues ya es un hecho que no sólo incumbe a Cuba, sino al mundo.
Diego y Aníbal han regresado a su país jubilosos, entre tanto, yo he quedado impresionado por la capacidad inmensa que tiene el Che de unir a los hombres de bien procedentes de cualquier parte. No niego mi simpatía por cualquier persona procedente de la Patria del Che, que respete y admire al Comandante de América, pero no se trata sólo de argentinos sino de excelentes seres humanos, Aníbal y Diego tienen ya, en el viejo corazón de este escribidor un espacio, en rigor, en el mismo caben sólo quienes tienen valores humanos entre los que predomine la honestidad y la sencillez.
Cuando escribo estas notas ya esos Pibes espectaculares están con sus familias, Evo Morales está en Huelga de Hambre y se mantiene firme, pienso que su lucha, la del Che, es por mis hijos y nietos, por los hijos e hijas de Aníbal y Diego y por todos los seres que ya somos casi siete mil millones, y de los cuales hay muchísimos humanos sin derechos.
Santa Clara, 10 de abril de 2009, 22.05
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