En mis escasos días bonaerenses visité varios amigos y sus familias, entre ellas la de Aníbal en un lugar distante de la capital pero en realidad paradisiaco. Allí Aníbal, Gabriela, su esposa los hijos de ambos Matías, Paloma y Lucas me recibieron con muchas muestras de afecto. Quizás por la natural picardía y vivacidad de Lucas hicimos una relación muy especial. Paloma es igualmente muy hospitalaria y Matías, es ya un adolescente muy preocupado de sus actividades que son varias.
Una tarde noche Lucas me invitó a un chapuzón en su pileta, piscina en Cuba, de inmediato estábamos en el agua. Paloma se incorporó con entusiasmo, ambos son excelentes nadadores. Se desplazaban en el agua con una agilidad impresionante al tiempo que me pedían hiciera lo mismo.
Ruborizado les dije que yo no sabía nadar, me apenaba conmigo mismo el hecho de que viviendo en una isla, en la cual el mar siempre queda cerca, no supiera nadar.
El dialogo con Paloma y Lucas fue enriquecedor para el maestro que sigo siend; yo valoraba continuamente el vocabulario amplísimo que ambos empleaban; no podía evitar compararlo con el de los niños cubanos que conozco. No estoy diciendo que nuestros niños tengan un menguado vocabulario, estoy diciendo que aquellos tienen un vocabulario más amplio y rico. Es el mismo castellano.
Hay detalles que valoraba mientras ellos me hablaban, por ejemplo, el uso de INTERNET, Lucas y Paloma pueden dar lecciones de Informática y Computación, de seguro Matías pudiera impartirme un post grado. La red de redes, bien dosificada y dirigida, tiene un efecto formidable en la instrucción y en la educación de sus usuarios. Claro que estos pibes tienen padres muy preocupados y ocupados lo cual es más valioso que la red de redes.
El detalle del vocabulario de Lucas y Paloma y la entrega de Matías a sus tareas fue lo que más me atrajo. Hubo otros detalles.
Luego de un tiempo en el agua sentí un poquito de frío; salí a conversar con Gabriela y otros invitados, la cual me sorprendió dándome un teléfono inalámbrico para que hablara con mi esposa, que ya estaba en línea. ¡Que hermoso gesto! Los casi diez mil kilómetros que me separaban de Santa Clara desaparecieron de manera instantánea. Se lo agradeceré siempre.
Hacen falta en este mundo muchas personas como Aníbal y su esposa, es imprescindible que entre los seres humanos hayan relaciones fraternas, solidarias, desinteresadas, en fin necesitamos muchos Lucas, un niño común y corriente capaz de decir una palabrota que enfade a la madre y me recuerde a mis nietos.
Diez horas de vuelo es mucho tiempo, quiero decir mucho dinero, pero si Argentina estuviera más cerca de Cuba ya yo estuviera haciendo planes para volver a ver a mis familiares argentinos entre los que están, Luisina, la niña de la que no pude despedirme, Lucas, Paloma, Matías, Vidalito, Olivia, y un niño muy lindo que acabo de recibir en La Habana: Camilo Wall. ¡Que criaturas tan adorables!
Los maestros primarios, eso soy yo en rigor, queremos mucho los niños, yo aprecio sobre todo a los intranquilos, inteligentes, juguetones, audaces, capaces de una palabrota oportuna, subir un árbol, etc. Sólo me duelen muchísimo los que no pueden hacer eso por estar enfermos o limitados físicamente que es lo más doloroso.
Desde aquí va para Aníbal y Gabriela un saludo fraterno, también para mis niños y niñas de Argentina el beso de un abuelo comprensivo… tolerante y hasta cómplice. Espero tener pronto en Santa Clara otro encuentro con Aníbal y Gabriela, sus amigos y familiares. ¡El Che Guevara los espera!
Una tarde noche Lucas me invitó a un chapuzón en su pileta, piscina en Cuba, de inmediato estábamos en el agua. Paloma se incorporó con entusiasmo, ambos son excelentes nadadores. Se desplazaban en el agua con una agilidad impresionante al tiempo que me pedían hiciera lo mismo.
Ruborizado les dije que yo no sabía nadar, me apenaba conmigo mismo el hecho de que viviendo en una isla, en la cual el mar siempre queda cerca, no supiera nadar.
El dialogo con Paloma y Lucas fue enriquecedor para el maestro que sigo siend; yo valoraba continuamente el vocabulario amplísimo que ambos empleaban; no podía evitar compararlo con el de los niños cubanos que conozco. No estoy diciendo que nuestros niños tengan un menguado vocabulario, estoy diciendo que aquellos tienen un vocabulario más amplio y rico. Es el mismo castellano.
Hay detalles que valoraba mientras ellos me hablaban, por ejemplo, el uso de INTERNET, Lucas y Paloma pueden dar lecciones de Informática y Computación, de seguro Matías pudiera impartirme un post grado. La red de redes, bien dosificada y dirigida, tiene un efecto formidable en la instrucción y en la educación de sus usuarios. Claro que estos pibes tienen padres muy preocupados y ocupados lo cual es más valioso que la red de redes.
El detalle del vocabulario de Lucas y Paloma y la entrega de Matías a sus tareas fue lo que más me atrajo. Hubo otros detalles.
Luego de un tiempo en el agua sentí un poquito de frío; salí a conversar con Gabriela y otros invitados, la cual me sorprendió dándome un teléfono inalámbrico para que hablara con mi esposa, que ya estaba en línea. ¡Que hermoso gesto! Los casi diez mil kilómetros que me separaban de Santa Clara desaparecieron de manera instantánea. Se lo agradeceré siempre.
Hacen falta en este mundo muchas personas como Aníbal y su esposa, es imprescindible que entre los seres humanos hayan relaciones fraternas, solidarias, desinteresadas, en fin necesitamos muchos Lucas, un niño común y corriente capaz de decir una palabrota que enfade a la madre y me recuerde a mis nietos.
Diez horas de vuelo es mucho tiempo, quiero decir mucho dinero, pero si Argentina estuviera más cerca de Cuba ya yo estuviera haciendo planes para volver a ver a mis familiares argentinos entre los que están, Luisina, la niña de la que no pude despedirme, Lucas, Paloma, Matías, Vidalito, Olivia, y un niño muy lindo que acabo de recibir en La Habana: Camilo Wall. ¡Que criaturas tan adorables!
Los maestros primarios, eso soy yo en rigor, queremos mucho los niños, yo aprecio sobre todo a los intranquilos, inteligentes, juguetones, audaces, capaces de una palabrota oportuna, subir un árbol, etc. Sólo me duelen muchísimo los que no pueden hacer eso por estar enfermos o limitados físicamente que es lo más doloroso.
Desde aquí va para Aníbal y Gabriela un saludo fraterno, también para mis niños y niñas de Argentina el beso de un abuelo comprensivo… tolerante y hasta cómplice. Espero tener pronto en Santa Clara otro encuentro con Aníbal y Gabriela, sus amigos y familiares. ¡El Che Guevara los espera!
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