
Transcurridos 25 meses de una guerra en la que el Che jugó uno de los papeles más trascendentales, desde el inicio de la misma, el Argentino estaba ocupando la ciudad de Santa Clara, desalojando de la misma al Ejército de Batista, contribuyendo de manera decisiva a la destrucción de aquel régimen.
Desde ese 31 de diciembre de 1958 el Médico Guerrillero fue un ídolo para los cubanos y en especial para los habitantes de esta Ciudad, cuyos antepasados desde el lejano 1843 estaban clamando ante las autoridades coloniales españolas, primero y ante los nuevos gobernantes más tarde, por una Universidad, anhelo alcanzado sólo más de un siglo después de justas demandas pues la Universidad Central Marta Abreu fue inaugurada, de manera simbólica en 1948, en solemne acto efectuado en la Sala del Concejo del Gobierno Provincial. Con ese acto se oficializaba el inicio de la construcción de lo que sería el alto centro docente que luego de cuatro años de lento trabajo, inició sus actividades académicas el 1 de diciembre de 1952 con cinco facultades, entre las que estaba la de Pedagogía.
Es justamente en las instalaciones de esta Universidad donde el Che estableció su primera Comandancia, durante la Batalla de Santa Clara, el 28 de diciembre de 1958 y un rudimentario Hospital. Es imprescindible consignar que la casi totalidad del Claustro de Profesores estaba formado por ilustres académicos que no concebían la posibilidad de que en sus aulas estuvieran jóvenes humildes, negros, hijos de obreros o campesinos lo que sólo sucedía de manera muy excepcional. En la Facultad de Pedagogía había, sin embargo, un reducido grupo de esos muy calificados profesionales que tenían ideas revolucionarias.
En esta Facultad surgió la propuesta de conceder al Dr. Ernesto Guevara Serna el Doctorado Honoris-Causa en Pedagogía formulada por dos prestigiosos educadores cubanos: los doctores Séntola Ribalta Suárez y Emilio Plana Ruiz, la alta distinción sería entregada con motivo del primer aniversario de la batalla de Santa Clara. La propuesta fue aceptada por el Consejo Universitario el 1 de diciembre de 1959 en un hecho absolutamente inédito pues era la primera ocasión en que la muy selecta Enseñanza Superior de Cubana confería tan alta distinción a un luchador revolucionario que ya por esos tiempos, además, tenía bien acreditada fama de comunista; por otra parte lo hacía un centro al servicio de la burguesía muy vinculado a la Embajada de los Estados Unidos de Norteamérica.
La mañana del 28 de diciembre de 1959 la Universidad Central y la Ciudad de Santa Clara esperaban el gran acontecimiento mediante el cual se rendía tributo al Che como le decía el pueblo al célebre guerrillero.
Llegada la hora del Acto Solemne se produjeron momentos inciertos. A instancias nuestras el entonces recién graduado Dr. Orlando Noriega Madrigal ha recordado para los lectores de Sudestada lo sucedido. Refiere el Dr. Noriega,
- Discutieron con el Che acerca de la necesidad de que debía colocarse la tradicional Toga y Birrete, conforme a la antiquísima norma protocolar, él aceptó tener la Toga en el brazo al hacer uso de la palabra en respuesta a las palabras de elogio que serían pronunciadas por el Dr. Planas Ruiz. Los padrinos serían los doctores Gertrudis Jiménez y Antonio Ginzo. En el Teatro no había capacidad para nadie más, presidían la Ceremonia todas las autoridades académicas, encabezadas por el Rector Dr. Mariano Rodríguez Solveira, que fuera Embajador de Cuba ante el gobierno de la República Argentina, así como el Alcalde de la Ciudad. Al llegar el momento de hablar el Che se dirigió al micrófono e improvisó de manera brillante un discurso en el que esbozó cual sería la política a seguir por la Revolución en la Educación. Lo hizo despojado de la Toga, no fue un desaire, era una manifestación de ruptura con un pasado definitivamente superado, resume el Dr. Noriega.
El discurso es el siguiente:
Queridos compañeros,
Nuevos colegas del Claustro y viejos colegas de la lucha por la libertad de Cuba.

Una vez a los alumnos de este Centro les prometí una pequeña charla en la que expusiera mis ideas sobre la función de la Universidad; el trabajo, el cúmulo de acontecimientos, nunca me permitió hacerlo, pero hoy voy a hacerlo, amparado ahora, además, en mi condición de Profesor Honoris Causa.
Y, ¿qué tengo que decirle a la Universidad como artículo primero, como función esencial de su vida en esta Cuba nueva? Le tengo que decir que se pinte de negro, que se pinte de mulato, no sólo entre los alumnos, sino también entre los profesores; que se pinte de obrero y de campesino, que se pinte de pueblo, porque la Universidad no es el patrimonio de nadie y pertenece al pueblo de Cuba, y si este pueblo que hoy está aquí y cuyos representantes están en todos los puestos del Gobierno, se alzó en armas y rompió el dique de la reacción, no fue porque esos diques no fueron elásticos, no tuvieron la inteligencia primordial de ser elásticos para poder frenar con esta elasticidad el impulso del pueblo, y el pueblo que ha triunfado, que está hasta malcriado en el triunfo, que conoce su fuerza y se sabe arrollador, está hoy a las puertas de la Universidad, y la Universidad debe ser flexible, pintarse de negro, de mulato, de obrero, de campesino, o quedarse sin puertas, y el pueblo la romperá y él pintará la Universidad con los colores que le parezca.
Ese es el mensaje primero, es el mensaje que hubiera querido decir los primeros días después de la victoria en las tres Universidades del país, pero que solamente pude hacer en la Universidad de Santiago, y si me pidieran un consejo a fuer de pueblo, de Ejército Rebelde y de profesor de Pedagogía, diría yo que para llegar al pueblo hay que sentirse pueblo, hay que saber qué es lo que quiere, qué es lo que necesita y qué es lo que siente el pueblo. Hay que hacer un poquito de análisis interior y de estadística universitaria y preguntar cuántos obreros, cuántos campesinos, cuántos hombres que tienen que sudar ocho horas diarias la camisa están aquí en esta Universidad, y después de preguntarse eso hay que preguntarse también, recurriendo al autoanálisis, si este Gobierno que hoy tiene Cuba representa o no representa la voluntad del pueblo. Y si esa respuesta fuera afirmativa, si realmente este Gobierno representa la voluntad del pueblo, habría que preguntarse también: este Gobierno que representa la voluntad del pueblo en esta Universidad, ¿dónde está y qué hace? Y entonces veríamos que desgraciadamente el Gobierno que hoy representa la mayoría casi total del pueblo de Cuba no tiene voz en las universidades cubanas para dar su grito de alerta, para dar su palabra orientadora, y para expresarlo sin intermedios, la voluntad, los deseos y la sensibilidad del pueblo.

De aquí han desaparecido para siempre los préstamos ruinosos del llamado Banco de Desarrollo, por ejemplo, que prestaba 16 millones a un industrial y este ponía 400 mil pesos, y estos son datos exactos, y esos 400 mil pesos no salían tampoco de su bolsillo, salían del 10 por ciento de la comisión que le daban los vendedores por la compra de las maquinarias, y ese señor que ponía 400 mil pesos cuando el Gobierno había puesto 16 millones, era el dueño absoluto de esa empresa y como deudor del Gobierno, pagaba plazos cómodos y cuando le conviniera. El Gobierno salió a la palestra y se niega a reconocer ese estado de cosas, reclama para sí esa empresa que se ha formado con el dinero del pueblo y dice bien claro que si la «libre empresa» consiste en que algunos aprovechados gocen del dinero completo de la nación cubana, este Gobierno está contra la «libre empresa», siempre que esté supeditada a una planificación estatal, y como hemos entrado ya en este escabroso terreno de la planificación, nadie más que el Gobierno Revolucionario que planifica el desarrollo industrial del país de una punta a la otra, tiene derecho a fijar las características y la cantidad de los técnicos que necesitará en un futuro para llenar las necesidades de esta nación, y por lo menos debe oírse al Gobierno Revolucionario cuando dice que necesita nada más que determinado número de abogados o de médicos, pero que necesita cinco mil ingenieros y 15 mil técnicos industriales de todo tipo, y hay que formarlos, hay que salir a buscarlos, porque es la garantía de nuestro desarrollo futuro.
Hoy estamos trabajando con todo el esfuerzo por hacer de Cuba una Cuba distinta, pero este profesor de Pedagogía que está aquí no se engaña y sabe que de profesor de Pedagogía tiene tanto como de Presidente del Banco Central, y que si tiene que realizar una u otra tarea es porque las necesidades del pueblo se lo demandan, y eso no se hace sin sufrimiento mismo para el pueblo, porque hay que aprender en cada caso, hay que trabajar aprendiendo, hay que hacer borrar al pueblo el error, porque uno está en un puesto nuevo, y no es infalible, y no nació sabiendo, y como este Profesor que está aquí fue un día médico y por imperio de las circunstancias tuvo que tomar el fusil, y se graduó después de dos años como comandante guerrillero, y se tendrá luego que graduar de Presidente de Banco o Director de Industrialización del país, o aún quizás de profesor de Pedagogía, quiere este médico, comandante, presidente y profesor de Pedagogía, que se prepare la juventud estudiosa del país, para que cada uno en el futuro inmediato, tome el puesto que le sea asignado, y lo tome sin vacilaciones y sin necesidad de aprender por el camino, pero también quiere este profesor que está aquí, hijo del pueblo, creado por el pueblo, que sea este mismo pueblo el que tenga derecho también a los beneficios de la enseñanza, que se rompan los muros de la enseñanza, que no sea la enseñanza simplemente el privilegio de los que tienen algún dinero, para poder hacer que sus hijos estudien, que la enseñanza sea el pan de todos los días del pueblo de Cuba.

Una vez concluido el Acto hubo personajes que al salir del teatro hicieron toda clase de comentarios irónicos bromeando en torno a cómo se vería la universidad una vez pintadas sus paredes de tan extraños colores, en clara referencia a que el Che invitaba a que entre estudiantes y profesores existieran negros, mulatos, etc. Uno de ellos se dirigió a un señor llamado Jesús Jaramillo, que tenía intereses en la Ferretería La Aplanadora, de esta Ciudad, preguntándole qué clase de colores tenía y si contaba con brochas suficientes, era una muestra de la burla de aquellos señores de la reacción que en su gran mayoría abandonaron muy poco después la Universidad y el país. Concluye el Dr. Noriega Madrigal.

Casi 50 años después de aquel acto justísimo de homenaje al Che, nuestra Universidad Central Marta Abreu goza de un sólido prestigio internacional, existen entre sus alumnos y profesores personas de todas las razas así como también estudiantes procedentes de casi todos los continentes, o sea, las ideas del Che hechas realidades.
El 14 de octubre de 1997 a las 7.17 de la noche la urna que contenía los restos del Che fue expuesta al público del interior del país para rendirle postrer homenaje, precisamente, en la Sala del Concejo en donde 49 años antes se había fundado la Universidad que se honró al distinguirlo con un doctorado honoris- causa.
Tratamiento digital: MSc. Alfredo Artiles Rodríguez
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