miércoles, 9 de marzo de 2011

Una trinchera para Granado.


Granado, argentino-venezolano-cubano-universal. Fue tan de repente, se le veía tan bien a pesar de acercarse a los 90 que duele escribir de él en pasado, y de su posible descanso en Santa Clara.
Él decidió reposar eternamente en los tres países de que se consideraba hijo; por lo que parte de sus cenizas serán trasladadas a la República Argentina y a la República Bolivariana de Venezuela. El resto en Cuba la Patria de algunos de sus descendientes y a la que él dedicó Aun impacta la dura realidad de la partida definitiva de Alberto más de la mitad de su vida.
No olvido que trabajó como Profesor Universitario en Oriente, Cuba, recién incorporado a las tareas de la Revolución. Allí debió impartir bioquímica a muchos de los que serían nuestros primeros médicos. Entre sus alumnos estaba el Dr. José R. Balaguer. En Santiago de Cuba tuvo amistades excelentes. Luego La Habana con decenas de años de fructífero trabajo.
Al preguntarme cual será el mejor lugar de Cuba en que Granado siga señalándonos el camino he creído que ese lugar es la Ciudad del Che, visitada por Granado en agosto pasado. No sólo porque estará cerca de su entrañable amigo, sino también porque él colaboró con esos guerrilleros, hecho del que escribirán o hablarán las personas autorizadas.
Granado visitó muchas veces Villa Clara. Una de esas visitas se produjo el 8 de diciembre de 1983 a la escuela Frank País, ubicada en el Batey del central G. Washington, acompañado de Albertico. Allí habló a mis alumnos, a los maestros y vecinos. Fue la primera ocasión en que realizó esa labor fuera de La Habana.
Sé que esta ciudad tenía un atractivo especial para él. No se trata de que yo haga una proposición regionalista; no soy villaclareño, soy oriental. Granado es universal y cualquier lugar de Cuba estará honrado de tenerlo en su seno.
Alguna vez me explicó su despedida del Che. Él no sabía que su amigo había ido a despedirse de él, Delia, Albertico y Delita. Granado conociendo que se había inaugurado una pizzería cerca y el buen apetito de su amigo lo invitó a la misma. El pueblo los identificó y se arruinó la privacidad. No lo vio más. En otra ocasión me dijo que sólo lamentaba no haberle demostrado más su afecto a Fuser, haber sido más expresivo. Hablaba del Che con un enorme respeto y aceptaba que desde muy joven lo había superado pues a veces le hablaba de libros que aun él no había leído y ya Ernesto lo había hecho en el idioma original. Granado es de los Grandes de Latinoamérica no sólo por su grandeza sino también por su sencillez.
Quiero expresar el deseo sincero de muchas personas con las que he hablado, de que Granado descanse en esta Ciudad del Che. No tengo dudas de que nuestro pueblo villaclareño considerará ese acontecimiento un inmenso honor.
Hay muchos lugares en Santa Clara apropiados. Conociendo a Granado y su familia estoy persuadido de que para él descansar no habría otro lugar más adecuado que la Loma del Capiro. La familia y los correspondientes decisores dirán la última palabra.

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